¿CÓMO SE DESARROLLA LA PERSONALIDAD?

La Teoría de Sigmund Freud es una de las teorías más conocidas sobre el desarrollo de la personalidad, en la cual, se establecen 5 etapas. Dichas etapas, están relacionadas con las zonas erógenas, con los órganos sexuales y con la libido de cada persona.

Es importante saber que, si la persona llega a sufrir un trauma durante alguna de estas etapas, esto podría provocar una fijación o una regresión con respecto a la fase de desarrollo en la que se encuentra.

La primera etapa que establece Sigmund Freud es la oral, la cual da inicio en el momento del nacimiento y dura hasta cumplir el primer año de vida. En esta etapa, el centro del placer está ubicado en la boca, es decir, que se logra obtener placer mediante la succión, chupar, comer o incluso morder.




¿Cómo puede ocurrir una fijación en esta etapa? Por ejemplo, el hecho de dejar de amamantar antes de lo previsto, o hacerlo por más tiempo de lo requerido, puede causar una fijación. Los resultados de la misma, pueden ser adicciones al tabaco, morder las uñas, entre otros.

Por otro lado, la segunda etapa, da inicio al año de vida y termina a los 3 años, cuyo centro de placer de esta etapa está ubicado en el ano. Es precisamente en esta etapa en la que se lleva a cabo el control de esfínteres, y es precisamente este control de esfínteres el que genera placer.

Sigmund Freud explicó que de no darse esta etapa de la manera correcta podría traer ciertos problemas. Por ejemplo, el niño podría retener mucho las heces pudiendo provocarle un estreñimiento, y como esto le genera malestar e incomodidad, podría influir en su carácter, tornándolo en un carácter terco.

Así como también, el niño podría expulsar sus heces en momentos que no son adecuados, lo cual ayudaría a desarrollar un carácter más destructivo.

La tercera etapa inicia a los 3 años y termina a los 6 años, en la cual, el centro de placer está ubicado en los órganos genitales. Es decir, el niño sentirá placer a través del exhibicionismo de sus genitales. Así como también, el niño se comienza a interesar por los genitales tanto del otro sexo, como de los suyos.




Durante esta etapa, surge el complejo de Edipo, donde el niño busca placer a través de sus padres. Por ejemplo, el niño busca tener contacto corporal, bien sea mediante caricias, incluso crean algunas fantasías según lo que ven que hacen los adultos.

La cuarta etapa, también llamada etapa de latencia, da inicio a los 5 años y termina a los 12. En esta etapa no tiene un centro concreto donde se ubique el placer.

Por último, la quinta etapa o etapa genital, comprende la pubertad y la madurez, es donde se dan los cambios tanto físicos, como psíquicos y emocionales. En esta etapa el centro donde se ubica el placer vuelve a ser los genitales. Además, vuelve a aparecer un interés sexual y se reafirma la identidad sexual de uno.

Cabe destacar, que en esta etapa se desarrollan características de la personalidad, tales como la amabilidad, la receptividad, la afectuosidad, la aptitud, la seguridad, aquella capacidad de comprender y el interés por colaborar con otras personas, entre otros.

TECNOLOGÍA, ¿CÓMO DEBIERAN DE USARLA NUESTROS NIÑOS?

Desde hace algunos años, la tecnología se ha posicionado como uno de los elementos primordiales de la existencia de la humanidad. ¿Te has preguntado cómo sería tu día sin tu teléfono inteligente o sin tu ordenador? No te lo imaginas, ¿verdad?

Lo que podríamos esperar al hacerle a alguien esas preguntas es que se quede en blanco, tratando de recordar cómo era aquella época en la que no dependíamos tanto de la tecnología. Sí, es cierto, hoy en día dependemos de ella para muchas cosas, prácticamente para todo, desde hacer un pago hasta concertar citas médicas.

Sin embargo, conforme se ha ido incrementando el papel que la tecnología tiene en nuestras vidas, también ha crecido una preocupación: ¿Cómo educar a nuestros hijos para que hagan un uso correcto de la tecnología?




Si bien es cierto que los avances tecnológicos han sido de gran beneficio para la humanidad, también han traído consigo ciertos flagelos como por ejemplo el ciberacoso, la diseminación de la pornografía y la pedofilia, así como también las adicciones a los videojuegos, entre muchos otros.

De aquí surge la preocupación y la necesidad de que, como padres, sepamos orientar a nuestros hijos en el uso correcto de las nuevas tecnologías. Si eres padre, seguramente ya te hayas preguntado cómo hacerlo. Pues bien, a continuación, te vamos a dar algunos tips para enseñar a tus hijos a emplear correcta y saludablemente la tecnología:

Establece límite de tiempo

Esto es primordial. Debes establecer la cantidad de horas en las que tu hijo va a poder hacer uso de los dispositivos electrónicos como el ordenador, la Tablet o el smartphone. Es importante que exista un equilibrio entre la cantidad de tiempo en la que utiliza estos artefactos y el tiempo que dedica a otras actividades físicas. Debes hacerle ver que ambos tipos de actividades son necesarias para su adecuado desarrollo.

Enséñale a desconfiar

Sí, sabemos que se ve fea esa frase. Pero hoy en día, debemos enseñarles a nuestros hijos que no pueden confiar en cualquier persona a la que conozcan por la web. Es de vital importancia hacerles entender que internet se puede prestar para que las personas aparenten ser quienes no son y de esta manera cometer delitos y hacerles daño a los demás. Aquí, también es importante educarlos para que no compartan ningún tipo de información íntima y personal con desconocidos.  

Presta atención a lo que tus hijos hacen online

Como padres, nuestro deber es monitorear lo que hacen nuestros hijos cuando se conectan a la red. Esto podemos hacerlo de diversas maneras. Por supuesto, cuanto más pequeños sean los niños, más fácil será hacerlo. Sin embargo, conforme van creciendo, se va haciendo cada vez más difícil. Es importante estar al tanto del historial de sitios que visitan, así como también hacer uso de la restricción de páginas no adecuadas, de acuerdo a su edad. De esta forma estamos protegiéndoles de vivir experiencias desagradables que incluso podrían resultar trágicas.




Fomenta en ellos otros tipos de actividades

Hazles ver a tus hijos que internet y los dispositivos electrónicos son herramientas de gran utilidad para la vida, pero que bajo ninguna circunstancia son sustitutos de otras actividades que tradicionalmente realizan los niños y jóvenes, como por ejemplo practicar algún deporte, salir a jugar con los amigos, entre muchas otras.

Mantén una buena comunicación con tus hijos

Este es un punto fundamental. Una buena comunicación con tus hijos es lo que te va a garantizar que ellos acudan a ti en el momento en el que les ocurra algo, bueno o malo. Genera, a través de la comunicación, la confianza en tus hijos. Enséñales que siempre estarás allí para escucharlos y orientarles cuando sea necesario. Corrígelos sin juzgarlos, para que no teman venir a ti cuando lo necesiten.
  
Por supuesto, estos no son los únicos tips para enseñar a nuestros pequeños el uso adecuado de la tecnología. Cada padre es autónomo en su forma de educar y criar a sus hijos y cada quien establece el protocolo que mejor le va para ello. Lo que nosotros pretendemos con lo que te hemos planteado aquí es darte una pequeña guía que te sirva para crear tú mismo tu propio sendero a recorrer con tus hijos.

BULLYING

En los últimos años hemos visto con gran preocupación cómo la violencia entre nuestros jóvenes y niños ha ido en aumento. Es lo que desde hace algún tiempo se conoce como el bullying. Sí, es cierto que el tipo de conductas involucradas en el bullying siempre han existido. Sin embargo, la alarma viene dada porque las cosas ya no se limitan solo a colocar un nombre gracioso a otra persona, sino que la situación ha escalado hasta llegar a la violencia física y psicológica.

El bullying se define como el acoso sostenido al cual una persona es sometida por parte de uno o varios individuos. Muchos creen que ocurre solamente a nivel escolar, por lo que lo llaman acoso escolar. Sin embargo, puede ocurrir en cualquier otro ámbito de la vida de una persona.





En este sentido, el auge de internet y de las redes sociales ha incrementado de manera exponencial la gravedad de este problema, ya que el acoso no solo se limita al encuentro físico víctima-acosador, sino que también ocurre en el mundo virtual.

Los especialistas plantean que, en la mayoría de los casos, los acosadores no actúan solos, sino que lo hacen en grupos o como ellos los llaman, manadas. Esto se debe a que se sienten envalentonados y legitimados. La razón de esto es que, la mayoría de las actividades propias de la niñez y la adolescencia se realizan en grupo, con los amigos, y esto, lamentablemente, también incluye al bullying.

¿Puede ser el bullying responsable de ciertos trastornos psicológicos?

Cualquier persona con sentido común diría que sí. Y con toda la razón, ya que cuando una persona es sometida constantemente a humillaciones y vejaciones, ve minadas sus capacidades mentales y psicológicas. Inevitablemente estas se van deteriorando y esto puede ocasionar la aparición de diversos trastornos.

Ahora bien, en la actualidad, cada día son más los investigadores que han enfocado sus estudios en esto, es decir, en las consecuencias que tiene el bullying para las víctimas. Diversos estudios han arrojado resultados realmente escalofriantes acerca de ello.

Recientes investigaciones han determinado que el bullying no solo afecta a la víctima a nivel psicológico, sino que también genera ciertas modificaciones anatómicas a nivel del sistema nervioso central, específicamente en el cuerpo calloso y la corteza prefontal.

De manera general, el cuerpo calloso es la estructura mediante la cual se comunica un hemisferio cerebral con el otro, mientras que la corteza prefrontal es el sitio en el que se coordinan ciertas funciones importantes como la toma de decisiones, la atención, la cognición y algunas otras relacionadas con las emociones.





En este sentido, los niños y jóvenes sometidos a bullying, pueden desarrollar trastornos como la ansiedad, la depresión y ciertos miedos. Además de esto, también se han registrado casos de jóvenes que tienden a autolesionarse. Esto es grave, ya que demuestra la incapacidad de recuperarse de este tipo de situaciones.

Es por esto que los investigadores recalcan la importancia del apoyo por parte de las personas del entorno. Es importante hacerles sentir a las víctimas del bullying que no están solos y tenderles la mano para superar ese duro trance.

Quienes han realizado los estudios citados, especifican que hasta los 20 años aproximadamente el tejido cerebral está en desarrollo. De manera tal que si quien es víctima del bullying recibe la ayuda y orientación necesaria, los posibles daños causados pueden ser revertidos. Por ello, es de gran importancia estar atentos ante cualquier cambio que puedan experimentar nuestros hijos, ya que pueden estar siendo víctimas de bullying, y aunque esto no esté sucediendo, debemos conversar con ellos, orientarlos e indicarles qué deben hacer en caso de que ocurra.

Solo a través de una buena comunicación podremos contrarrestar los efectos nocivos de este flagelo que aqueja a nuestra juventud y peor aún, a nuestros niños y de esta manera prevenir futuros casos de trastornos psicológicos cuyas consecuencias son terribles.

HIPOCONDRÍA: ¿ENFERMO O NO?

Woody Allen, afamado cineasta norteamericano en numerosas ocasiones ha mencionado que padece de hipocondría. La hipocondría no es más que el miedo irracional a padecer alguna enfermedad. A veces no es miedo, sino la certeza de que se está enfermo.

¿Has escuchado hablar alguna vez de la hipocondría? Si tu respuesta es negativa, continúa leyendo, ya que te explicaremos ciertos aspectos de este trastorno psicológico.




Hipocondría: el miedo a estar enfermo

La hipocondría se clasifica dentro de los trastornos psicológicos y afecta a una gran cantidad de personas. Las personas que lo padecen constantemente están interpretando las señales, signos y sensaciones de su cuerpo como la manifestación inequívoca de una enfermedad. Generalmente los hipocondríacos le temen a las enfermedades más graves como el cáncer.

Los especialistas en el área explican que las personas que son hipocondriacas están sometidas de manera repetitiva y constante a altos niveles de estrés. Esto se debe a que viven pendientes de sus funciones orgánicas para así detectar alguna posible variación en estas, por más mínima que pueda ser. Cuando esto ocurre, la mente de estas personas, inmediatamente, se llena con pensamientos fatalistas que tienen como centro principal la enfermedad que cree padecer.

Ahora, seguro que te estás preguntando ¿cómo es posible que una persona desarrolle este tipo de trastorno? Pues bien, existen diversas explicaciones para ello. Lo primero que debes recordar es que la gran mayoría de los trastornos psicológicos se originan en experiencias personales. La hipocondría no es la excepción. Muchas de las personas hipocondríacas han experimentado situaciones traumáticas con respecto a alguna enfermedad, por ejemplo, han tenido algún familiar víctima de una patología crónica, o bien han crecido en un ambiente  en el que el tema de las enfermedades es una constante en las conversaciones.

La vida de las personas que padecen este trastorno es muy triste, porque están inmersas en un ciclo. Se notan algo extraño o algún síntoma y corren inmediatamente al médico. Generalmente este les dice que todo está bien y comienza un periodo de tranquilidad. Sin embargo, ese tiempo no es duradero, ya que eventualmente se vuelve a sentir algo y regresa al médico para continuar así el ciclo.

Las personas con este trastorno viven con la certeza constante de que en algún momento se les va a diagnosticar alguna enfermedad mortal.

¿Es posible vencer a la hipocondría?

Definitivamente sí, la hipocondría puede ser superada. Sin embargo, tal como ocurre con cualquier otro trastorno psicológico es un proceso largo que requiere de mucho compromiso, disposición y ganas por parte de la persona afectada.




A continuación, te colocamos algunos consejos para superar la hipocondría:

Buscar ayuda especializada

Lo primero que se debe hacer cuando se reconoce que se tiene un problema de índole psicológico, es acudir a un especialista. Solo un psicólogo o un psiquiatra podrá proporcionar las herramientas y técnicas para superar a la hipocondría. Si este es tu casa puedes ponerte en contacto con Mi Psicólogo Barakaldo en el 675 713 537. ¡Podemos ayudarte!

Evitar conversaciones sobre enfermedades

Una de las características principales de los hipocondríacos es que constantemente tienen como tema de conversación las enfermedades. Esto se debe a que han leído mucho sobre el tema y siempre lo tienen presente en la mente. Por eso siempre desvían las conversaciones a este tema. Es de vital importancia evitarlo.

No buscar información en internet

La mayoría de las personas que padecen de hipocondría cometen el error de buscar información en internet acerca de los síntomas (reales o imaginarios). Esto es contraproducente, porque las personas que no tienen conocimientos técnicos en medicina, no interpretan adecuadamente la información, lo cual, lejos de calmarlos, incrementa su angustia y ansiedad.

Vivir el aquí y el ahora

Hay un dicho que expresa lo siguiente: “Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estás viviendo en el presente”. La sabiduría que encierran estas palabras es maravillosa. Es importante vivir el presente, sin preocuparse mucho por lo que ha pasado o lo que pasará. Las personas que padecen de hipocondría deben aprender esto, ya que viven bajo una constante ansiedad, pensando en las posibles enfermedades que les puedan diagnosticar.

La hipocondría es un problema más común de lo que puedas imaginarte. Las estadísticas indican que cada día son más las personas que incurren en esta patología. Sin embargo, es importante reconocer que también son muchos quienes logran sobreponerse a ella. Por ello, es importante darla a conocer y evitar que las personas que la padecen se sientan relegadas o estigmatizadas por esto. 

¿HACERSE "SELFIES" CONSTANTEMENTE ES SEÑAL DE ALGÚN TRASTORNO?

En la época actual que vivimos, una tendencia se ha ido apoderando de la mayoría de la población. Es imposible abrir alguna de nuestras cuentas en redes sociales y no encontrarnos con la fotografía tipo “selfie” de alguno de nuestros contactos. Está a la orden del día.

Cada día son más las personas que a diario se hacen fotografías a sí mismas con la intención de compartirlas con sus diferentes contactos. Esto lo hacen con la finalidad de obtener la mayor cantidad posible de likes (“me gusta”). La proliferación de teléfonos inteligentes con cámaras cada vez de mejor resolución es responsable, en parte, de que este fenómeno se haya esparcido.

La toma indiscriminada de selfies ha calado tan hondo en la sociedad actual, que incluso los se ha transformado en un trastorno de índole psicológico. Algunos especialistas incluso se han atrevido a ponerle nombre: Selfitis. Sin embargo, no todos los que disfrutan haciéndose un selfie padecen de selfitis.




Este trastorno está reservado para aquellos quienes se hacen de manera descontrolada un número inimaginable de selfies al día, las estudian y valoran buscando algún posible defecto y, una vez que han seleccionado la más “perfecta”, la comparten en sus redes sociales. Una persona con este trastorno puede cargar más de 20 selfies al día en sus cuentas. Extremo… ¿no?

Quizás te parezca exagerado que una persona se haga tantas fotos de sí misma para compartirlo en sus redes, pero lamentamos decirte que es cierto, y que ocurre con mayor frecuencia de la que habrías de esperar.

En este sentido, cabe preguntarnos ¿por qué una persona en su sano juicio decide invertir tal cantidad de tiempo y esfuerzo en tomarse fotos de sí misma y compartirlas en las redes sociales? La respuesta de los psiquiatras y psicólogos a esta pregunta se fundamenta en la baja autoestima.

Si, contrario a lo que pueda parecer, las personas que incurren en este tipo de comportamiento poseen una baja autoestima, por lo que necesitan de la constante aprobación de los demás. Esa aprobación se evidencia en la cantidad de “me gusta” y comentarios que sus selfies obtienen. Si una fotografía no obtiene los resultados esperados, la persona puede llegar a sentir que no es aceptada por los demás. Esto podría desencadenar un cuadro de depresión y ansiedad generalizada.





Igualmente, esta conducta puede acarrear algunas consecuencias. Entre estas, una de las más significativas es que disminuye los niveles de atención y concentración de quien se hace el selfie. Esto se debe a que la persona está tan ocupada en capturar el momento perfecto que no presta atención al momento presente y a la actividad que está realizando.

Así mismo, la toma obsesiva de selfies puede llegar a crear ciertos conflictos de identidad, ya que la persona tiende a adoptar poses falsas que nada tienen que ver con su yo natural.

Por último, la obsesión por obtener una selfie perfecta también puede llegar a tener un desenlace fatal. Se han conocido casos de jóvenes que han perdido la vida en la búsqueda del selfie adecuado. Esto es porque deciden tomarse la foto en lugares arriesgados como por ejemplo una viga de construcción a miles de metros del suelo, con algún animal salvaje o bien cerca de algún precipicio. De todo esto resulta increíble cómo los problemas de baja autoestima pueden llevar a una persona a adoptar comportamientos tan excéntricos que incluso puedan poner en riesgo sus vidas.

Es por ello que, desde aquí, nuestra humilde recomendación es que, si sientes la inmensa e imperiosa necesidad de tomarte selfies varias veces al día y compartirlas en tus redes sociales, evalúes qué es lo que te ocurre. Hagas una introspección y analices de dónde parte esa necesidad y, si lo consideras oportuno, busques la ayuda especializada necesaria, antes de que la situación escape a tu control.  Puedes ponerte en contacto con psicólogos especializados en el 675 713 537.

PUBLICAR TU VIDA EN LAS REDES SOCIALES, ¿SIGNO DE ALGÚN TRASTORNO?

Alguna vez te has preguntado, ¿por qué hay personas que comparten hasta lo más mínimo que hacen en su vida por las redes sociales? O peor aún, ¿eres tú una de esas personas? Si es así, quédate con nosotros, ya que te vamos a contar cómo es posible que las personas que hacen esto tengan enmascarado algún trastorno psicológico.

Últimamente hemos podido observar cómo, con los avances tecnológicos y el desarrollo de internet, han proliferado, casi descontroladamente las redes sociales. Facebook, Instagram o Twitter son solo la punta del iceberg de entre todas las que existen.

Conforme se han ido creando y desarrollado estas redes sociales, también se han venido observado una serie de conductas entre las personas que llegan a rozar lo patológico. Te estamos hablando de aquellos que tienden a publicar prácticamente todas y cada una de las actividades que realizan en el día, con el único objetivo de ver cuantos likes (“me gusta”) obtienen.




Coincidirás con nosotros en que hay personas que no mueven un solo pie sin tomarse una foto y postearlo en sus perfiles en la web. Esto se hace especialmente notorio en lo referente a las relaciones de pareja. Es cierto que cuando estamos de novios y somos felices, queremos pregonarlo a los cuatro vientos, queremos que todos sean partícipes de nuestra felicidad.

Sin embargo, hay personas que se obsesionan con ello y no les basta con compartir esta información en sus redes, sino que constantemente están pendiente de cuántas personas visualizan sus fotos y cuántas le dan click al deseado pulgar arriba.

Pues bien, la mayoría de las personas que hacen esto tienen oculto algún trastorno psicológico. Quienes tienen una autoestima realmente saludable y están en una relación positiva, no sienten la necesidad de estar mostrándola a todo el mundo mediante la publicación de fotos. Esto se debe a que, en vez de gastar el tiempo en pareja sacándose fotos para mostrarlas a todos, prefieren emplear el tiempo para disfrutarlo con la persona amada.

Por otra parte, están los narcisistas, por ejemplo. Estas son personas que tienen un excesivo amor propio. Se aman tanto a sí mismos que llega a ser patológico. Los narcisistas se consideran personas realmente importantes, por lo que no pierden tiempo en compartir su perfección con el resto de la humanidad. Cuando una persona con este trastorno se encuentra en una relación, es capaz de interrumpir hasta el momento más romántico (como una pedida de mano) para hacer una foto y colgarla en la web, para que todos le admiren. Bizarro, ¿verdad?




Igualmente, las personas que padecen de ansiedad también son propensas a mostrar este tipo de comportamiento. Esto se debe a que están en una constante búsqueda de la aprobación por parte de los demás, por lo que creen que al publicar lo que hacen a cada instante de su vida y obtener likes, también están obteniendo el beneplácito y la aprobación de quienes visitan sus perfiles. Esto es contraproducente, ya que, si una persona con estas características no obtiene la cantidad de likes o comentarios que esperaría con alguna foto, puede ver incrementada su ansiedad, lo cual puede desembocar en algún otro trastorno como la depresión. En otros casos, también podría adoptar conductas de corte violento, contra el mismo o contra otras personas.

Teniendo en cuenta todo esto, los especialistas recomiendan hacer una autorreflexión, evaluarse a uno mismo y preguntarse ¿por qué tengo esta necesidad de mostrar mi vida en la web? ¿Qué me falta? ¿Qué vacío espero llenar con esos “me gusta”?.

Analizarnos a nosotros mismos no es fácil, pero es necesario. Al hacerlo es posible que encontremos la causa de ese tipo de conductas y así poder remediarlas. Recuerda: vive y experimenta cada hermoso momento que la vida te está regalando. Captúralo en fotografía, pero para tu disfrute y deleite, no como un medio para que los demás te quieran, te acepten o te envidien. Si lo haces por alguna de esas tres razones, tienes un problema que debes atenderte y solucionar. De lo contrario, tu felicidad siempre va a depender de los demás y no de ti mismo.