MIEDOS Y FOBIAS NIÑOS




La infancia es una etapa fundamental en el desarrollo de la vida de una persona ya que es en la adultez donde se reflejan los problemas arrastrados desde la niñez, ya sea por algún trauma, miedos comunes, inseguridades e incluso creencias (muy influenciadas por personas que formaron parte de ese entorno). Normalmente esto sucede sin que la persona sea consciente, se llega a pensar que el problema apareció sin más.

A veces sucede que la inocencia que se tiene al ser muy pequeño, no deja ver o analizar con profundidad el porqué de ciertas cosas. Por ejemplo, si un niño observa que un adulto le teme a una cucaracha (un animal inofensivo), imitará la acción de alejarse sin entender con exactitud la razón. Se sentirá desprotegido y vulnerable al notar que esa persona, que es mayor, no puede con algo tan pequeño, ya sea por una fobia, repugnancia o simple miedo, pero el infante no tendrá idea de esto. El niño huirá porque el adulto también lo hace. Este caso suele ser usual y no siempre se necesita que un adulto lo padezca para que el niño lo repita.

No obstante, no sólo se trata de miedos que de alguna forma son comunes y puede que con el tiempo y el crecimiento se superen al ser insignificantes. También existen miedos muy marcados que interfieren en la vida diaria del niño, y son precisamente esos miedos los que son tratados en Mi Psicólogo Barakaldo ya que requieren de ayuda de un psicólogo especialista. Al igual que los adultos, los niños pueden sufrir de trastorno de ansiedad. Los padres necesitan con estar muy atentos cuando sus hijos actúen de una forma poco habitual, llevarlos a un especialista para analizar las causas y proseguir con un tratamiento especial para ellos. De no ser así, podría traer graves consecuencias en el desarrollo del niño.


¿Qué son los miedos?

Los miedos y la ansiedad es cuando la sensación de preocupación, temor o inquietud ante alguien o algo pasa a ser excesiva, persistente y sobrepasa el límite de edad en el que este miedo puede ser normal, lo que llega a afectar en la vida y las actividades diarias del infante. Pasa de ser de un miedo común a un problema que atenta contra la salud mental y el desarrollo natural del niño.

Los trastornos de ansiedad en niños varían dependiendo del motivo por el cual apareció, los tipos y los síntomas que caracteriza a cada uno en específico. No a todos tiene que afectarles de la misma forma y por ende actuar igual. Por ello es necesario estar al tanto, como padres, del comportamiento de los hijos.



Causas de los miedos

Son diversos y abundantes los motivos por los que un niño puede desarrollar un temor intenso como respuesta a un estímulo, son causas que llegan a suceder de forma usual y por ello es importante informarse sobre estas. Los padres se convierten en indispensables en estos casos ya que depende de ellos que esos miedos no crezcan o se conviertan en algo mayor. Son quienes alimentan o paralizan dichos temores y ansiedades, ya se ignorándolos o favoreciéndolos. Un trauma repentino durante un momento leve de temor, por ejemplo, que el niño le tenga miedo al agua sin haber sufrido previamente de ningún suceso negativo, y en vez de ayudarle con premura a superarlo por tratarse de un caso especial, se le lance al agua literalmente, de forma brusca y sin la aprobación del afectado, para que ‘’aprenda’’ a nadar. Eso lo que hace es acentuar el miedo hasta transformarlo en algo peor.

La sobreprotección también afecta, el apego emocional en exceso los puede hacer creer que son muy vulnerables ante cualquier cosa y que no podrán superarlo. En vez de brindar la ayuda que el infante necesita para dejar de temer, enseñándoles a que ellos pueden enfrentarse a sus miedos, aprenden que necesitan a alguien para todo porque se vuelven frágiles emocionalmente. Dejar que el niño duerma con los padres durante muchos años también influye ya que se hace la idea de que al dormir solo estará expuesto a peligros, sean reales o imaginarios.

Otro elemento que influye en la ansiedad de los niños, es el carácter que tengan estos (el temperamento). Si es de naturaleza temerosa, se verá amenazado con más facilidad que un niño de carácter más osado.

El entorno social no se queda atrás en esta ocasión. Las situaciones que le causen mucho estrés, ya sea porque tiene compañeros en la escuela que lo molestan, quizás aprovechándose de alguna debilidad o defecto que tenga (como cualquier niño o persona), atormentándolo con momentos en los que tenga que enfrentarse a su miedo de forma negativa, recordándoselo mediante burlas y bromas pesadas. Por ejemplo el niño que tiene dificultad para pronunciar algunas palabras, al exponerse puede ser que los demás niños no entiendan que se trate de un problema y tiendan a burlarse de él lo que puede generar que el niño tema volver a pronunciar otra palabra delante de las personas para no volver a pasar por otra situación bochornosa.



Tipos y síntomas de los miedos y la ansiedad

Existen diferentes tipos trastornos de ansiedad:

·         Trastorno de ansiedad por separación: ocurre cuando ese miedo normal a separarse de los padres se convierte en algo problemático para el niño. El infante comienza a sufrir síntomas de tipo psicológico y físico como un exceso de preocupación y ansiedad por temor a que le suceda algo a sus padres o a quedarse solo. Aparecen pesadillas repetitiva, fuertes palpitaciones, vértigo, temblores, sudoración, sensación de ahogo, nauseas, vómitos, dolores de cabeza y hasta dolores en el abdomen.

Este trastorno ocasiona también bajo rendimiento académico, deterioro del interés social hacia los demás niños y dificultad de adaptación a ambientes diferentes al habitual.

·         Fobia específica: se caracteriza por el miedo intenso o ansiedad a una situación, objeto, animal o persona en particular, sea real o imaginario. Por ejemplo, miedo a las inyecciones, a la sangre, a algún animal en concreto, al fuego, al mar, a los fantasmas, etc.

·         Trastorno de ansiedad social o fobia social: temor irracional a relacionarse con normalidad en la sociedad, porque piensa que puede hacer el ridículo e incluso por miedo a sentirse criticado y humillado públicamente, exponerse ante personas desconocidas y hasta conocidas. Lo que comúnmente se puede conocer como pánico escénico. Suele aparecer a partir de los ocho años.

·         Trastorno de ansiedad generalizada: constante nerviosismo descontrolado y preocupación de que algo malo va a ocurrir. El niño afectado suele mostrarse inseguro, impaciente, le cuesta concentrarse, se irrita con facilidad, le cuesta conciliar el sueño, es excesivamente cuidadoso con todo. Tiene berrinches cuando presiente que algo peligroso va a suceder (cuando puede que no pase nada), sufre de fatiga, sudoración, llanto, taquicardia, temblor, entre otros síntomas.

·         Trastorno obsesivo-compulsivo: el niño suele actuar compulsiva u obsesivamente, es decir, suelen aparecer en contra de su voluntad, imágenes o pensamientos en su cabeza que le causen un temor incontrolable, y trate de controlar o erradicar esos pensamientos de forma urgida. Habitualmente son niños perfeccionistas y exigentes, les obsesiona el orden, se lavan repetidas veces las manos, tienen que cerciorarse una y otra vez de hacer las cosas, etcétera.

·    Trastorno por estrés postraumático: sucede cuando el niño se ve involucrado en una situación trágica y muy traumática, ya sea un accidente, una catástrofe natural, una violación o la muerte inesperada de un familiar o ser querido. Más adelante y de forma constante, el niño presiente que dicha situación volverá a ocurrir.

Con respecto a los miedos, son normales durante la niñez, sólo hay que saber manejarlos e intentar que no pasen a mayores. En caso contrario estaríamos hablando del desarrollo de una fobia específica. En este caso sería imprescindible la ayuda de un psicólogo.

Desde muy pequeños, con pocos meses de edad, sienten el miedo a perder el equilibrio. Asimismo, es recurrente y muy normal el sobresalto a sonidos fuertes y de mucha intensidad para sus oídos, incluso ruidos desconocidos. Ya entre los dos y los cinco años de edad surge el miedo a ciertos objetos desconocidos, a los animales, a la oscuridad, a la soledad, a los extraños y sobre todo a que lo abandonen. También van apareciendo los miedos hacia criaturas imaginarias (fantasmas, brujas, monstruos, extraterrestres…). Cuando empiezan en la escuela y experimentan la separación de sus padres comienzan a sentir temor de que les pase algo a ellos o a sus padres. Cuando estos miedos prevalecen por mucho tiempo, exige de un tratamiento más específico. A medida que van creciendo, sus capacidades cognoscitivas también. Por ende sus temores toman más forma y son más complejos. Como por ejemplo el miedo a un momento bochornoso, a no ser aceptado a nivel social, a tragedias o catástrofes naturales. Pronto aparece el miedo a caer enfermo, a un accidente, a no rendir en sus obligaciones escolares, incluso a la desaparición o muerte de algún familiar, ser querido o la suya propia.

A pesar de ser miedos comunes, en ocasiones se alargan en el tiempo e incluso generan unas consecuencias nefastas en el niño y se hace imprescindible la ayuda de un especialista. Sin embargo, lo habitual es que se pase por ellos y al de poco desaparezcan.



Curiosidades sobre los miedos y la ansiedad

·         La fobia social se da con mayor frecuencia en las niñas.
·     El trastorno obsesivo-compulsivo en niños suele comenzar a partir de los nueve años de edad y en las niñas a los once años de edad.
·         El trastorno de ansiedad por separación se da comúnmente a los nueve años de edad.
·       Las niñas son las que se ven más afectadas por el trastorno de ansiedad por separación, en comparación con los niños.
·         El 3% de los niños padecen de algún trastorno de ansiedad.
·     El trastorno de ansiedad generalizada es más frecuente en niñas que en niños, aunque afecta en mayor medida a los adolescentes.
·         El trastorno obsesivo-compulsivo suele perdurar hasta la adultez.
·         En algunos casos, los trastornos de ansiedad pueden desencadenar depresión.



Tratamiento de los miedos y la ansiedad

En el caso de los trastornos de ansiedad en niños, los padres juegan un papel fundamental desde el primer momento. Y es que son precisamente estos los que han de ser conscientes de que su hijo tiene un problema y llevarlo con urgencia a un psicólogo especialista para que pueda comenzar su trabajo antes de que el problema esté instaurado profundamente en el niño. Además de esto, son los padres junto a los hijos los que acudirán a terapia y formarán parte en la solución y en el tratamiento que se prescribirá.

Cada caso es tan único como su paciente, aunque cumplan con patrones de similitud en cuanto a los síntomas, los trastornos, el origen y el carácter de los afectados son diferentes entre sí, es por ello que cada tratamiento será específico a juzgar por la facultad del profesional encargado.

Por otra parte, y a pesar de que muchos adultos también sufren ansiedad, el tratamiento es diferente y específico para niños. Con los niños se suele tener mucho más cuidado y precaución, los métodos para llegar al origen son distintos.

Cuando se trata de una situación traumática, el psicólogo especializado en el área suele pedir al infante que dibuje algo para recrear dicha situación. Es importante exponer al niño ante aquello que le causa dolor y el dibujo es un medio con el que conseguimos vehiculizar la conversación sobre ese momento sin que sea dañino para el niño. Se requiere que el niño sea expuesto a aquello que le causa ansiedad al ritmo que el necesita y así ir aplicando las técnicas de relajación, ayudándole a entender que no hay nada que temer o cambiar esa perspectiva amenazante que tiene de la situación. Trabajar con los pensamientos negativos es necesario para ciertos tipos de trastornos, cambiándolos a pensamientos más adaptativos para el paciente, hacerle comprender que él es quien genera esas fuertes emociones y que tiene la capacidad de controlarlas.
A los padres se les debe educar de qué forma deben tratar a su hijo ya que no todos saben cómo hacer frente a esas situaciones. Instruirlos para que sepan cómo actuar ante los momentos de ansiedad del niño y así ofrecerles momentos de tranquilidad, no dañar su autoestima exigiéndoles algo que no pueden dar al momento. Se debe mejorar la respuesta afectiva del niño, estimularle para que vaya aumentando su autoconfianza y autoestima, etc. Factores que dependen en gran medida de los padres. No saber cómo reaccionar pueden empeorar la situación, causándole un daño irreversible al niño.
Existen casos, como en el del trastorno obsesivo-compulsivo, en que el tratamiento psicológico se debe acompañar del farmacológico.

Es importante resaltar que el niño por sí solo no será capaz de superar el trastorno, de forma obligatoria los padres deben prestar mucha atención a los síntomas y acudir de inmediato a donde un especialista. Dejar pasar el tiempo solo hará que el miedo y la ansiedad se intensifiquen y afecten con gravedad el desarrollo del niño.