SINCERICIDIO, CUANDO LAS PALABRAS MATAN

Es común escuchar sobre todo de personas moralistas, la frase “yo solo digo la verdad, aunque duela” y es justamente de la verdad y sus consecuencias que trata este artículo.

 

Hay una delgada línea entre verdad o sinceridad y el llegar a emitir un mensaje que puede no solo resultar frívolo hacía el otro, sino también destructivo. Esto ocurre cuando valiéndose de la “verdad” se le da a conocer al otro, juicios que siendo sobrevalorados por aquel que lo emite como verdades absolutas, se convierten en comentarios hirientes, que pueden perjudicar la autoestima y buena voluntad de aquel que los escucha.  





¿Qué es la sinceridad?
Es una virtud que se cultiva y que acompaña a la persona a lo largo de su vida. Una persona sincera es digna de confianza. El término se relaciona al de humildad, verdad, respetabilidad, pero también con el de “discreción”.
Quien es sincero, también debe conocer la delgada línea que separa la extrema verdad que puede llegar a resultar hiriente para otros, y la discreción que te indica hasta donde se debe hacer valer la sinceridad que se posee.
No hay discrepancia entre sinceridad e hipocresía al no decir todo lo que se piensa, más bien se trata de tener tacto, y de pensar que las palabras emitidas pueden generar serias heridas en el otro, perjudicando su estado emocional y haciendo ver al “sincero” como pedante (aunque esta no haya sido la intención del emisor).
Mentiras piadosas
Lo que solemos llamar mentiras piadosas, no es más que omitir algunas opiniones cuando se presiente que la verdad absoluta puede dañar a la persona que las escucha. Algunos valiosos ejemplos para aplicar mentiras piadosas son: el alagar un dibujo de un niño aun cuando nos parezca poco graciosa su manifestación artística, ya que de lo contrario podemos dañar su potencialidad y deseos de volver a intentar dibujar.




Sincericidio
El sincericidio por tanto, es la manera de imponerse a las opiniones de los demás, donde con o sin intención se termina por aniquilar los conceptos y autoestima ajenos, como una forma de tener la razón.
El sincero en extremo no cree que sus opiniones afectan realmente al otro, generalmente lo ve como una forma de abrirle los ojos al que según él se equivocó.
Recomendaciones para evitar un sincericidio:
-Hablar con respeto.
-No emitir opiniones innecesarias.
- No recalcarle al otro sus fracasos.
- Recordar que no existen verdades absolutas, cada cabeza es un mundo y por lo tanto cada quien maneja su propia verdad ante una determinada situación.
- Evitar discusiones donde se impongan puntos de vista propios.

Cuando se es sincero y empático hacia otros, la conciencia está en paz, se siente que se hizo lo correcto por ayudar al otro no por enjuiciarlo ni perjudicarlo.
Si tus sentimientos o la respuesta de las demás personas hacia ti son hostiles a causa de tus comentarios “sinceros” es tiempo de reflexionar. Es posible que debas mesurar tu forma de expresar tus conceptos hacia los demás.
Escucha al otro, y antes de emitir un juicio filtra tu información, anticipándote a las posibles respuestas verbales y emocionales que puedan surgir. Ser discreto, no te hará menos honesto.