Anita quiere estar a la moda, no se pierde una fiesta, se viste con ropa ajustada, llamativa y se retoca el cabello de color azul, es imposible ignorar su presencia. Vive de ilusiones. Después de varias rupturas sentimentales sigue esperando al príncipe del color de su cabello para que le dé una vida llena de emociones y felicidad.
Se ve
como una mujer independiente, luchadora, que no se deja maltratar por nadie y
emprendedora. Sin embargo, basta con mirarla no tan de cerca para notar ciertos
factores que divergen de lo que ella dice. Por ejemplo: vive con su ama,
la cual no necesita de ella, más bien la sigue manteniendo; es caprichosa con
personas y cosas, sus relaciones terminan por celos desmedidos o exceso de
acoso al quehacer y qué decir de sus parejas. Además, vive de proponerse
“proyectos” que es incapaz de iniciar, es envidiosa con los progresos de
quienes la rodean. Su mundo es más virtual que real, vive inmersa en las redes
sociales y se jacta de tener miles de seguidores.
Lo cierto es que Anita no es una quinceañera,
tampoco es una veinteañera, Ana acaba de cumplir treinta y siete años de
edad. Este caso se resume como “inmadurez emocional” o lo que es igual,
cuando el comportamiento de la persona y sus reacciones, contradicen o chocan
con características como la edad en relación a otras personas, sus metas, la
defensa de sus derechos, sus valores, el desarrollo de su desenvolvimiento
social y más bien, gira en la línea de la moda, la televisión, las fantasías y
la irrealidad.
¿Cómo alcanzar la madurez emocional?
1. Tener metas claras: Una persona madura emocionalmente conoce sus límites, habla poco y hace más. Son personas decididas, que a través de cada meta alcanzada por muy pequeña o grande que sea esta, le da valor y sentido, enriqueciendo su personalidad. No significa que no tendrá ciertos fracasos en el camino a la meta, pero al menos lo intentará y aprenderá de cada lección, para continuar probando con nuevos retos.
¿Cómo alcanzar la madurez emocional?
1. Tener metas claras: Una persona madura emocionalmente conoce sus límites, habla poco y hace más. Son personas decididas, que a través de cada meta alcanzada por muy pequeña o grande que sea esta, le da valor y sentido, enriqueciendo su personalidad. No significa que no tendrá ciertos fracasos en el camino a la meta, pero al menos lo intentará y aprenderá de cada lección, para continuar probando con nuevos retos.
2.
Se valora: las
personas maduras, saben el lugar que les corresponde en la vida, si alguien los
maltrata son suficientemente asertivos como para defenderse sin violencia. No
pondrá en juego sus sentimientos, no suplicará amor y comprenderá si la otra
persona no le ama.
3. No
busca encajar en grupos: Somos seres sociales, pero quien es maduro
emocionalmente no sufre ni padece por encajar en grupos. Es decir, se muestra
tal cual es, no necesita modificar hábitos, modos de hablar o vestir para
caerle bien a nadie. Las relaciones con los otros poseen equilibrio: me
respetas y te respeto.
4. No
son emocionales: Ni iracundos, impositivos, ni sumisos como para
dar lastima, son asertivos. El asertivo no se ofende ni se amilana con
facilidad.
5. No
se quejan: es típico
de inmaduros quejarse por todo y no reconocen la responsabilidad por sus actos.
La culpa por lo general se la atribuyen a factores como falta de tiempo,
limitaciones económicas, envidia de quienes le rodean, enamorados que
traicionan sus sentimientos etc. Una persona que ha alcanzado su madurez
emocional, comprende y acepta su cuota de responsabilidad en cada fracaso,
mejora constantemente y no se ancla en el pasado.
Aunque no existe una edad para que las personas sean
maduras, es importante comprender que de ello dependerá buena parte de la
autoconfianza y posibilidad de tener un lugar en la sociedad, en el trabajo y
en las relaciones importantes de la vida.