El deseo sexual, sobre todo en las mujeres disminuye o
presenta variaciones en torno a la edad y a factores sociales como la crianza
recibida y a los estados emocionales.
Las mujeres
somos más apasionadas que los hombres, por lo que cambios súbitos en la
relación como divorcios, discusiones, infidelidades y preocupaciones también
influyen en la lívido. Así mismo, el uso de cierto tipo de medicamentos
como los anticonvulsivos y antidepresivos, drogas para el cáncer, e incluso los
cambios hormonales propios de un embarazo también influyen en el deseo sexual.
Otros tipos de problemas catalogados como trastornos,
como la dispareunia o el coito doloroso también hacen que el deseo sexual sea
menor. La dispareunia se produce por resequedad vaginal, mala lubricación, por
insuficiente estimulación previa a la penetración y cambios producidos por la
menopausia, el embarazo o la lactancia.
También se puede mencionar el vaginismo, (aun cuando
se considera al mismo como una forma de dispareunia por el dolor en el coito)
consiste en la contracción repentina de las paredes del útero las cuales se
cierran evitando inclusive la introducción de un tampón o una exploración
ginecológica.
La relación sexual es dolorosa en estos casos, se
produce ardor o picor. Al vaginismo se le atribuyen causas físicas y también
psicológicas como relaciones sexuales traumáticas, desapego hacia la pareja,
partos traumáticos, crecer en familias muy apegadas a normas religiosas donde
el sexo se percibe como pecado si el mismo deviene en placer etc.
En general la disfunción sexual femenina provoca el
cierre total o parcial del suelo pélvico. En cuanto a las causas físicas para
que se presenten estas disfunciones, solo el 10% de las mismas proceden de
enfermedades como hemorroides, endometriosis, tumores pélvicos, inflamación
pélvica, lesiones en la uretra, estenosis cervical, etc.
La anorgasmia o disminución o nula presencia de
orgasmos, o la incapacidad para alcanzarlos o tenerlos al ritmo que la mujer
consideraba normal ante la estimulación sexual, es otro trastorno sexual muy
recurrente en las mujeres y que no amerita preocupación, ya que los
orgasmos suelen variar sus intensidades con la edad de la mujer, sus cambios
anímicos y hormonales, así como con la estimulación de la pareja.
Tratamientos
- Es necesario hablar con la pareja acerca de lo que se
está experimentando, hacerlo parte en el problema puede ayudar a conseguir
rápidas soluciones al mismo cuando las causas son de índole emocional.
- No se sienta culpable, ni presione a su pareja, solo
conseguirá distanciarse y agravar el problema.
- Practicar ejercicios de contracción y dilatación del
suelo pélvico.
- Acudir a consulta ginecológica para evaluar posibles
causas físicas.
- Acudir al psicólogo si se es consciente que las causas
de los problemas son de orden emocional.
- En caso de ser necesario utilizar dilatadores
vaginales, utilizarlos.
- Evitar la rutina, la misma apaga poco a poco la
relación.
- Practicar deportes y yoga como método para evitar el
estrés.
- El miedo al sexo o el dolor después de un parto es
normal, el mismo irá desapareciendo. Si no es así acudir al psicólogo.
Si el problema no se resuelva con terapia de pareja o
terapia psicológica individual, el médico se encargará de recetar fármacos con
presencia de dopamina y noradrenalina los cuales activarán neurotransmisores
cerebrales que restauren el equilibrio en las funciones sexuales. Sin embargo,
son medicamentos que cuentan con graves efectos secundarios, es por ello por lo
que es preferible acudir en primer lugar al psicólogo.