Desde que
tenemos uso de razón, nos planteamos diversas metas a corto y a largo plazo, como
por ejemplo obtener un título universitario, casarse, tener casa propia, hijos
y suficiente dinero para vivir durante la vejez con comodidad. Sin
embargo, en el proceso olvidamos algo fundamental: “vivir como nos gustaría y
no tan solo haciendo lo que se supone que debemos hacer”.
Y sí, es cierto, es posible que esta actitud te permita estar bastante cómodo, en una zona de confort en la que nada malo parece suceder, pero donde lamentablemente, se pierde casi por completo el sentido de la aventura y el entusiasmo por conseguir aquello que tanto anhelamos.
Solo cuando la vida te coloca en medio de una
encrucijada, en la que debes enfrentarte con una realidad que en apariencia “te
supera” es cuando re-direccionas tus pasos y comprendes que solo dispones de un
tiempo breve para existir. Créeme, puede que un día nada parezca lo que
es, ni luzca como lo conoces.
Una historia real
Hace algunos años tuve un accidente que cambió por completo mi actitud respecto a la realidad tal como la conocía hasta ese momento.
El coche en el que me desplazaba junto a dos miembros de mi familia, en plena víspera de la navidad, perdió los frenos muy cerca de un puente. Aunque no lo creas, en ese instante no sentí miedo, sino una inmensa lastima por todo aquello a lo que le di tanta importancia durante mi vida, y que realmente no merecía tal atención. Afortunadamente, el conductor logró maniobrar y nos volcamos a escaso un metro de un árbol de roble que estaba al lado del puente.
Una historia real
Hace algunos años tuve un accidente que cambió por completo mi actitud respecto a la realidad tal como la conocía hasta ese momento.
El coche en el que me desplazaba junto a dos miembros de mi familia, en plena víspera de la navidad, perdió los frenos muy cerca de un puente. Aunque no lo creas, en ese instante no sentí miedo, sino una inmensa lastima por todo aquello a lo que le di tanta importancia durante mi vida, y que realmente no merecía tal atención. Afortunadamente, el conductor logró maniobrar y nos volcamos a escaso un metro de un árbol de roble que estaba al lado del puente.
A pesar de lo aparatosos
del accidente, todos salimos ilesos y dando las gracias por la nueva
oportunidad que teníamos para seguir existiendo. Si lograste identificarte
con mi relato, quiero que comprendas que por muy alta que sean tus expectativas
de vida, o por imposibles que parezcan tus metas, siempre hay oportunidades
para conseguir aquello que nos proponemos. El final solo llega cuando
dejas de existir, mientras tanto dispones de mil motivos para ser feliz.
Por muy difícil que sea tu vida, y más allá de las
pocas oportunidades que en apariencia te hayan tocado, aprende a ser feliz y
crear tu propio camino. No es prudente esperar que muera un familiar,
ocurra un accidente o una catástrofe acabe con todo lo que tienes, para
comprender que solo cuentas con una persona para ser feliz ¡tú mismo!
No existen metas inalcanzables, solo personas que no
luchan por sus sueños.
En mi caso, desde ese accidente entendí que solo
dispongo de un “hoy”, nada está asegurado ni escrito, por lo tanto, mi mayor
prioridad es vivir, ser feliz y ayudar a otros a conseguir sus metas. Te
invito a ver la vida con más optimismo y dejar de lado las quejas y el
conformismo. Recuerda todo está en la mente, tanto si crees que puedes,
como si crees que no puedes lograrlo.