En ocasiones escuchamos sobre cosas que nos hacen daño, como por ejemplo fumar, consumir alcohol, alimentarse inadecuadamente, el sedentarismo, la promiscuidad, entre otras tantas que, a pesar de hacernos mal, forman parte de nuestro día a día.
Mientras que organizaciones e instituciones dedicadas
al control y prevención de enfermedades ponen en alerta a la población mundial
ante este eminente riesgo que va en aumento, ¡pareciera que menos personas
toman cartas en el asunto!
Lo cierto es que la naturaleza humana es muy
contradictoria, ¡y aquello que se nos prohíbe, termina siendo lo que más nos
atrae!
A pesar de que diversos estudios médicos muestran una
importante tasa de mortandad por causas que pudieron ser “evitadas”, solo en el
año 2000 se reportó que en Estados Unidos la mitad de las muertes registradas
(18% por consumo de tabaco, 16% por sedentarismo y malos hábitos alimenticios
por comida chatarra, y un 3,5% por consumo de alcohol) se debieron a vicios que
podían ser eliminados por las mismas víctimas. De esta situación no escapan los
más pequeños de la casa, en los que también se observa un aumento notable de
enfermedades tales como la diabetes, y la obesidad.
¿Pero por qué
nos gustan las cosas que nos hacen daño?
Es necesario entender que el ser humano está
programado para cubrir necesidades, y cada vez que lo consigue, ¡otras
aparecerán!
La principal es la de sentir “placer o felicidad”, y
es aquí donde muchos buscan cubrir vacíos por medio de vicios o malos hábitos. Lo
lamentable de esta situación es que dichas carencias solo se cubren de manera
temporal, por lo que vuelven a aparecer.
Lo anterior también se puede atribuir a 2 causas
importantes:
1.- Los vicios
nos brindan comodidad
Esto está relacionado con la sensación de obtener una
recompensa que nos genera confort, solapada con un ambiente “aparentemente
seguro”, aun y cuando pudiésemos estar haciéndonos daño. Sin duda es lo que
todo vicio proporciona, “una aparente sensación de gozo y calma” que te hace
sentir bien contigo mismo.
Pero recuerda ¡es algo efímero, no real! Por ello
deberás retornar una y otra vez a la sustancia que te mata a destajos.
2.- Las excusas
Existen razones “justificadas” para hacerlo, bien sea
“¡porqué otros lo hacen, yo también lo hago!”.
Se ha observado este comportamiento como una conducta
social por medio de la cual, si cierto número de individuos ejecutan una
acción, entonces esta puede ser considerada como aceptable, aunque no deja de
ser solo un pretexto para poder tener estos comportamientos sin tanto peso de
conciencia.
En conclusión, aunque conozcas las posibles
consecuencias del mal que te causa cometer una acción contraria a tu cuerpo o
mente, es importante que busques reprogramar tus pensamientos para erradicar lo
que te hace mal.
Por último, comentar que es difícil dejar un mal
hábito, por ello no descartes el acudir a un profesional que te ayude con dicho
habito o adicción. ¡En Mi Psicólogo Barakaldo podemos ayudarte!