Es natural que ante la sensación de algún
peligro o de alguna posible eventualidad, que nos genera desconfianza o temor,
tomemos ciertas posturas de auto-defensa, que nos permitan poder asumir y afrontar
esas diversas situaciones que experimentamos de una manera adecuada.
Los psicólogos han establecido 3 posturas importantes
de defensa ante eventos que generan incertidumbre:
- Luchar.
- Querer escapar, huir o desaparecer.
- Paralizarse, no encontrar alternativas.
La etapa de la niñez de una persona cumple un papel
significativo para asumir cualquiera de las posturas arriba
mencionadas puesto que es en este ciclo de formación de la personalidad,
cuando el individuo comienza a desarrollar dispositivos de defensa y opta por
inclinarse por alguno de ellos con mayor fuerza, favoreciendo a formar una
porción del carácter de sí mismo.
Asumir alguna de estas condiciones, es vital para el
desarrollo emocional de cada quien. A pesar de ello, desarrollar una más que otra en
exceso, puede ser contraproducente, e incluso acarrearle algún tipo de problema
patológico en su etapa adulta.
Se ha establecido que la tendencia hacia determinada conducta en particular, deriva de algún trauma vivido y no reconocido ni superado, que tiende a perderse en lo más profundo de los recuerdos. Así que el individuo muchas veces no comprende el porqué de su propia conducta.
Analicemos en detalle cada una de ellas a continuación.
1.- Postura de
lucha
Esta postura hace que el sujeto busque compensar las diversas
situaciones que le toquen asumir. Es decir, si se siente inseguro buscará tomar una
postura de seguridad, pero si se siente dependiente tenderá a sentirse
independiente.
Como notarás, actuará al contrario de aquello que
realmente experimenta en su interior. Aunque ciertamente pudiera parecer una postura apta
para su desarrollo, realmente mantener una lucha inquebrantable en contra de sí
mismo, puede llevar a la persona a desarrollar actitudes de arrogancia,
prepotencia, egoísmo y vanidad.
2.- Querer
escapar o huir
La postura de huida la asumen ciertos individuos cuando tienen que pensar, sentir o exponerse a situaciones que
les generen estrés.
Asumir este mecanismo de defensa en exceso puede
deberse a que en la infancia vivió experiencias que le resultaron desagradables
y prefiere no contarlas para no tener que recordar nuevamente el evento que le
pareció incómodo.
Evitar ciertas situaciones, puede conducir al
individuo a caer en ciertas adicciones o alejarse lo más posible de aquello que
le generar estrés.
3.- La postura
de quedarse paralizado y no hacer nada
Básicamente consiste en rendirse o darse por vencido
ante cualquier suceso que pueda genera un exceso de estrés que sobrepasa los
niveles de raciocinio de la persona.
Este comportamiento puede darse a raíz de experiencias
vividas de igual forma en la infancia, en las que aceptó de antemano que por
más que luchara e intentara hacer algo, nunca lograría triunfar o hacer algo
importante en su vida.
El reforzamiento negativo de los padres tiene mucho
que ver en estos casos. Asimismo ante frases que le recalcaban que era muy
perezoso o malo como para superarse y poder desarrollar ciertas actividades.
¿Qué puedes
hacer al respecto?
En primera instancia, el reconocer la postura que
prevalece en tu vida, y la identificación de sus consecuencia. Esto es esencial para corregir y aceptar un cambio
total de actitud.
También identificar y asumir, permite mejorar la
personalidad en función de las propias relaciones con otros y de la forma en la que se percibe la realidad inmediata.
Pero si no consigues comprender por qué eres demasiado
tímido, orgulloso o incluso temperamental con los demás, es recomendable acudir
a consulta con un profesional quien te ayudará a encontrar las claves de tu
problema. Ponte en contacto con Mi Psicólogo Barakaldo en el 675 71 35 37. ¡De ti depende sentirte libre emocionalmente!
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