A lo largo de la vida el ser humano se va planteando diferentes metas a corto, medio y largo plazo. Esto, es lo que muchos reconocen como el sentido de la vida. De tal forma que cada vez que se logra una de estas metas automáticamente se busca y consigue otra. Pero, ¿qué pasa cuando no se consigue la meta original o la nueva meta? O peor aún… ¿Qué pasa si de repente la meta ya no es lo que se quiere ni da la alegría que se esperaba?
En ese momento se suele decir que la
vida no tiene sentido. Las emociones negativas invaden el pensamiento y cada
vez parce más difícil encontrar un motivo para sonreír, ir al trabajo e incluso
salir de casa. Son momentos llenos de desesperanza, con un vacío en el pecho y
miedo por el futuro.
Todos podemos tener este sentimiento de
vacío y es muy probable que al menos una vez en la vida nos haya invadido este
sentimiento. Cuando lo pensamos de manera racional, todos somos conscientes de
que es un estado puntual y que se puede superar. Sin embargo, cuando estos
sentimientos invaden a la persona, aparecen pensamientos de tipo distorsionado
que le llevan a sentir y a pensar que esa situación nunca cambiará y que no
podrán superarla.
Principales Causas
Siempre que se busca una causa para
momentos que son agobiantes resulta casi imposible tener una sola. Hay que
tomar en cuenta que cada persona es un mundo y cada mundo tiene sus propias
creencias y perspectivas. Sin embargo, hay circunstancias comunes, como la
muerte de un familiar o un ser querido, sentirnos traicionados por alguien o
pasar por un fracaso.
Por otra parte, al pensar en cómo darle
sentido a la vida se viene a la mente la necesidad de un valor. Es en este
punto es donde los factores externos influyen más. Cuando todo lo que se está
haciendo pierde su valor por el menosprecio de los demás se siente que el fin
ya no es razonable. Si razón y valor no están presentes en la meta es el
momento en que se pierde el sentido de la vida.
Consejos
En primer lugar, entender que darle
sentido a la vida es un camino largo donde puede haber muchas dudas y puede que
tome más tiempo del esperado, con resultados quizás contrarios a los que se
esperaban al principio. Sin embargo, esto será lo que motive a despertar, llene
de alegría y satisfaga toda necesidad emocional. Y mientras transcurre ese
tiempo ten presente estos consejos:
Tómate un tiempo para ti
Regálate un momento para no pensar en nada
más que en tus sentimientos, en darte ese capricho que no has complacido. A veces la mejor cita es en la que nos damos
el tiempo de conocernos y enamorarnos de nosotros mismo
Evalúa tu situación actual
Hacer una lista de lo que sientes,
evaluar el por qué te sientes así y luego buscar una manera sana de cambiarlo.
Así como nos cambiamos de mesa porque el sol nos da de frente, debemos
encontrar la razón de nuestro malestar y buscar una solución o saber soltar el
problema.
Rodéate de cosas positivas
Así como se busca desechar lo malo,
también se debe atraer lo bueno. Habla con amigos, rodéate de personas que te
entiendan y quieran. Charla con esas personas y agradéceles por estar ahí. Haz una lista de todo aquello
por lo que te sientes agradecido y recuérdalo cada mañana al despertar. Busca
nuevas actividades, deportes, escribir o leer. Deja de lado las quejas y busca
el lado positivo de cada cosa que te pase.
Eres dueño de ti
No esperes a que te digan qué hacer.
Sólo tú puedes convertir lo malo en bueno. Eres tú quien busca tu felicidad y
si no lo haces, nadie lo hará por ti. El cómo darle sentido a la vida comienza
por tu responsabilidad para contigo mismo y con la capacidad de determinación y
fuerza de voluntad que te otorgues.