En la época actual que vivimos, una
tendencia se ha ido apoderando de la mayoría de la población. Es imposible
abrir alguna de nuestras cuentas en redes sociales y no encontrarnos con la fotografía
tipo “selfie” de alguno de nuestros contactos. Está a la orden del día.
Cada día son más las personas que a
diario se hacen fotografías a sí mismas con la intención de compartirlas con
sus diferentes contactos. Esto lo hacen con la finalidad de obtener la mayor
cantidad posible de likes (“me gusta”). La proliferación de teléfonos
inteligentes con cámaras cada vez de mejor resolución es responsable, en parte,
de que este fenómeno se haya esparcido.
La toma indiscriminada de selfies ha
calado tan hondo en la sociedad actual, que incluso los se ha transformado en
un trastorno de índole psicológico. Algunos especialistas incluso se han
atrevido a ponerle nombre: Selfitis. Sin embargo, no todos los que disfrutan haciéndose
un selfie padecen de selfitis.
Este trastorno está reservado para
aquellos quienes se hacen de manera descontrolada un número inimaginable de
selfies al día, las estudian y valoran buscando algún posible defecto y, una
vez que han seleccionado la más “perfecta”, la comparten en sus redes sociales.
Una persona con este trastorno puede cargar más de 20 selfies al día en sus
cuentas. Extremo… ¿no?
Quizás te parezca exagerado que una
persona se haga tantas fotos de sí misma para compartirlo en sus redes, pero
lamentamos decirte que es cierto, y que ocurre con mayor frecuencia de la que
habrías de esperar.
En este sentido, cabe preguntarnos ¿por
qué una persona en su sano juicio decide invertir tal cantidad de tiempo y
esfuerzo en tomarse fotos de sí misma y compartirlas en las redes sociales? La
respuesta de los psiquiatras y psicólogos a esta pregunta se fundamenta en la
baja autoestima.
Si, contrario a lo que pueda parecer,
las personas que incurren en este tipo de comportamiento poseen una baja autoestima,
por lo que necesitan de la constante aprobación de los demás. Esa aprobación se
evidencia en la cantidad de “me gusta” y comentarios que sus selfies obtienen. Si
una fotografía no obtiene los resultados esperados, la persona puede llegar a
sentir que no es aceptada por los demás. Esto podría desencadenar un cuadro de
depresión y ansiedad generalizada.
Igualmente, esta conducta puede acarrear
algunas consecuencias. Entre estas, una de las más significativas es que
disminuye los niveles de atención y concentración de quien se hace el selfie.
Esto se debe a que la persona está tan ocupada en capturar el momento perfecto
que no presta atención al momento presente y a la actividad que está
realizando.
Así mismo, la toma obsesiva de selfies
puede llegar a crear ciertos conflictos de identidad, ya que la persona tiende
a adoptar poses falsas que nada tienen que ver con su yo natural.
Por último, la obsesión por obtener una
selfie perfecta también puede llegar a tener un desenlace fatal. Se han
conocido casos de jóvenes que han perdido la vida en la búsqueda del selfie
adecuado. Esto es porque deciden tomarse la foto en lugares arriesgados como por
ejemplo una viga de construcción a miles de metros del suelo, con algún animal
salvaje o bien cerca de algún precipicio. De todo esto resulta increíble cómo
los problemas de baja autoestima pueden llevar a una persona a adoptar
comportamientos tan excéntricos que incluso puedan poner en riesgo sus vidas.
Es por ello que, desde aquí, nuestra
humilde recomendación es que, si sientes la inmensa e imperiosa necesidad de
tomarte selfies varias veces al día y compartirlas en tus redes sociales, evalúes
qué es lo que te ocurre. Hagas una introspección y analices de dónde parte esa
necesidad y, si lo consideras oportuno, busques la ayuda especializada
necesaria, antes de que la situación escape a tu control. Puedes ponerte en contacto con psicólogos especializados
en el 675 713 537.