¿ESTAMOS DESTINADOS A ESTAR JUNTOS?

Establecer un vínculo sentimental es un gran salto a la incertidumbre (nadie está seguro, siquiera de sus propios sentimientos).

En ese sentido, la típica frase “el tiempo lo dirá todo” parece ser un aliciente que nos mantiene prendados a la posibilidad de una unión perdurable y gratificante.

Y aunque existen diferentes teorías: “Hay que besar muchos sapos para hallar al indicado”, “todos tenemos un único amor”, “somos almas gemelas”, “vivimos una relación karmática”… A todas las atraviesa una idea central: el valor de lo compartido garantizará la satisfacción de la experiencia.




Todo lo vivido es valioso y significativo

Cada relación amorosa se convierte en trascendental, ya que ofrece hábitos particulares, e ineludibles para la evolución.

Por lo que valorarla y reconocerla en su totalidad, es un paso relevante en la integralidad de nuestro ser.

Sentimientos genuinos

Si tenemos el interés de compartir con alguien, debe ser con sinceridad, apertura, y voluntad en la calidad de lo que estamos entregando de nosotros mismos.

Al fin y al cabo, es una aventura que resultará gratificante o no, dependiendo de la fuerza que le imprimamos a nuestras emociones, deseos, y aspiraciones para con el otro.

Respeto mutuo

Al iniciar una relación, idealizamos todo con base al binomio que estamos estableciendo. Y esto acarrea algunos puntos a considerar.

“Sólo lo que brilla en el interior, se refleja en el exterior”, por ello comenzar con el amor propio nos ayudará a amar al otro ser. De allí parte el respeto, al valorar a la pareja tanto como lo hago conmigo mism@.




Dialogar sobre las coincidencias y diferencias

Creemos que esa persona especial debe coincidir con nuestras formas de percibir el mundo y la vida, ¡y generalmente, esto no es así!

El gran reto es convenir en ciertos aspectos, y tener la sensibilidad de aceptar y comprender las diferencias.

En este particular, la comunicación es determinante, ya que con ella se dimensiona la vivencia en pareja: ni obligar al cambio, ni ejercer control, sino evolucionar juntos sin perder la propia individualidad.

Ser amigos, amantes, y compañeros

Inicialmente, una relación de pareja, surge luego de una amistad que poco a poco se torna más cercana y afectiva, sin perder de vista el aporte de la atracción física y sexual.

Todo se articula en una deliciosa mezcla: ser amigos, cómplices, amantes creativos y compañeros en la consolidación de sueños o proyectos en común.

Estos son los pilares fundamentales que les darán el soporte necesario antes las dudas, expectativas, y dificultades, que no dejarán de surgir para colocar en prueba la fortaleza de la convivencia.

En conclusión

¡Nada es perfecto, constante ni definitivo! Ya que somos seres en construcción, que nos juntamos por diversas razones, y nos sentimos motivados a ello.

Habrá un poco de predisposición emocional, intereses en común, o tal vez le podemos atribuir un poco de “magia” a la manera en que nos conocimos, y a que todo haya fluido armónicamente, pero cada experiencia estará condicionada a nuestra toma de decisiones, y a la voluntad de propiciar los pasos en esa evolución amorosa.

La vida tiene mucho de milagroso y misterioso, pero también amerita de nuestra cuota de determinación y tomar de acciones. Al saber conjugar estos elementos conseguirás amor, satisfacción y armonía.